“Cómo cambia nuestra relación dentro y con la comunidad” – La fundación Amigos de San Cristóbal redefine su papel en Los Altos de Chiapas
28 Apr 2023
¿Qué aspecto tiene el cambio en una organización que se redefine a sí misma y rediseña la manera en que participa dentro y con las comunidades que busca servir —cuando cuestiones en torno a inclusividad, poder y justicia pasan a primer plano— y los enfoques iniciales ya no parecen adecuados para su propósito? ¿Cuáles son algunos de los desafíos que acarrea ese cambio y objetivamente vale la pena trabajar y esforzarse tanto para superarlos? El Global Fund for Community Foundations (GFCF) conversó con Silvia Sántiz Méndez, coordinadora del Programa de Filantropía Comunitaria y del Círculo de Dar de Pueblos Indígenas; Viridiana Domínguez Moreno, coordinadora del Círculo de Dar La Semilla y co-coordinadora de Procuración de Fondos, y con Corinne Pierre-Louis, directora operativa, todas ellas de Amigos de San Cristóbal A.C. (con el excelente apoyo de traducción de Minerva Zamora, de Comunalia), para conocer con más detalle el recorrido de la organización en años recientes.
La historia de Amigos de San Cristóbal, que presentamos a continuación, subraya el hecho de que cambiar es posible. Si su organización cuestiona su papel en la promoción del desarrollo dirigido por las personas, su eficacia y relevancia y las dinámicas de poder local en juego, entonces este artículo es para usted.
El viaje recorrido hasta el momento
Desde su fundación en 2005, Amigos de San Cristóbal se ha comprometido a apoyar a las poblaciones vulnerables de San Cristóbal de Las Casas —el centro urbano más grande de la región— y de Los Altos de Chiapas, en el sur de México. A lo largo de su historia, esta zona ha enfrentado problemas de desigualdad, racismo y discriminación. A pesar de su riqueza en recursos naturales, Chiapas es uno de los estados más pobres del país con elevados índices de pobreza. El manejo deficiente de bienes naturales, los procesos extractivos y la sobreexplotación han generado graves desafíos ambientales para la región y la pandemia del COVID-19 exacerbó los problemas económicos y sociales existentes.
En un principio, Amigos de San Cristóbal se concibió como puente para canalizar recursos externos a organizaciones locales de la sociedad civil en los ámbitos de educación, salud y medio ambiente. Si bien inicialmente no era una fundación comunitaria por nombre ni estructura, su espíritu y enfoque compartían algunas similitudes con otras organizaciones que podrían definirse como tales. En 2018, con el apoyo de la W.K. Kellogg Foundation, Amigos de San Cristóbal decidió reorientar formalmente su labor para convertirse en fundación comunitaria y en 2020, lanzó un programa específico de filantropía comunitaria.
La filantropía comunitaria en Los Altos de Chiapas
El programa se propone lograr de manera más significativa la participación de comunidades rurales y urbanas de toda la región para generar un cambio social positivo que subraye el papel de los recursos locales para ese fin. Con el lanzamiento del programa, la fundación articuló también, en términos más claros, su compromiso con la justicia social y en contra del racismo. Tal reorientación significa que además de canalizar recursos externos a la región, Amigos de San Cristóbal contempla que una de sus funciones clave consiste en movilizar y amplificar los recursos locales y tender puentes entre agentes de cambio social y apoyarlos en Los Altos de Chiapas. La organización cree que su nueva estructura de fundación comunitaria —que se enfoca más en las prioridades identificadas por las comunidades y en los diversos recursos locales disponibles para abordarlas— ha empezado a cambiar de manera fundamental la naturaleza de sus relaciones con las comunidades de toda la zona de Los Altos de Chiapas.
El punto de partida para el programa de filantropía comunitaria fue cuestionar la idea misma de cómo se define a una persona “filantrópica.” Una creencia fundamental de Amigos de San Cristóbal es que a pesar de las injusticias pasadas y del “lugar” que uno ocupe en la comunidad, todas las personas cuentan con algo para contribuir. Con el nuevo programa, Amigos de San Cristóbal busca modificar la noción de “filantropía” y apartarla de la idea de que es algo realizado por gente rica en lugares lejanos, y poder transformar esa idea en algo más participativo y basado en la comunidad. Incluye una amplia comprensión de aquello que implica el concepto de recursos filantrópicos y los describe como “las cuatro T”: tesoro, tiempo, talento y testimonio.
Círculos de dar “deliberadamente incluyentes”
En una entrevista para el GFCF en 2021, Tatiana Fraga Diez, directora ejecutiva de Comunalia, comentó lo siguiente: “Considero que los círculos de dar de Amigos de San Cristóbal son en verdad fascinantes por ser deliberadamente incluyentes… Usan los círculos como método de procuración de fondos, pero sobre todo, para reunir a las comunidades y crear nuevos lazos”. Los círculos de dar de nivel local constituyen una de las principales herramientas que utiliza Amigos de San Cristóbal para crear filantropía comunitaria en la región y son un vehículo con el cual las comunidades pueden combinar sus “cuatro T”. Entre los valores clave de los círculos de dar lanzados en 2020 se encontraban la inclusividad, la transferencia del poder y la participación.
Cuando Amigos de San Cristóbal revisó la traducción al español del artículo originalmente publicado por GFCF en inglés en 2021 sobre los círculos de dar, titulado “Hermana, hermano, o simplemente alguien que se interesa”: Cómo celebran el poder de dar los círculos de dar y cómo reivindican el significado de ser donante”, insistieron en utilizar el término “círculos de dar” en vez de “círculos de donación” como se había sugerido en un principio, porque “dar” implica el reconocimiento de formas de bienes más diversas, mientras que “donación” puede implicar una acción transaccional y caritativa y en un solo sentido —precisamente la idea tradicional de filantropía de la cual tratamos de apartarnos—. El lenguaje empleado para explicar el propósito y los objetivos de los círculos de dar de Amigos de San Cristóbal aborda directamente cuestiones de equilibrios de poder y busca desafiar las normas sociales, políticas y económicas impuestas por la hegemonía cultural. En sí mismos, los círculos de dar menoscaban el estatus quo al basarse en la premisa de que todas las personas, hasta las más vulnerables y marginadas, tienen algo que ofrecer.
Con el propósito de ser lo más incluyente posible, toda comunicación sobre el programa de los círculos de dar se divulga en cuatro idiomas: tseltal, tsotsil, español e inglés. La inclusión del tseltal y el tsotsil, lenguas indígenas locales, es de especial importancia porque promueve la participación de dichas comunidades que tradicionalmente han sufrido extrema marginación. Las reuniones de los círculos de dar también se llevan a cabo en varios idiomas porque Amigos de San Cristóbal se ha comprometido a promover la diversidad y el acceso lingüístico. En particular, en este trabajo con grupos indígenas, esta fundación se ha esforzado deliberadamente en aprovechar las prácticas ancestrales relacionadas con el dar, la solidaridad y la reciprocidad, al reconocer que tales conceptos se encuentran ya profundamente integrados en el tejido de las comunidades indígenas: en tseltal y tsotsil, se les conoce como komon at’el, cuya traducción es “trabajo colaborativo”.
Adaptándose conforme se avanza
Al tiempo de describir detalladamente su nuevo camino, Amigos de San Cristóbal afina también su enfoque con base en las lecciones que va aprendiendo. En un principio, se pusieron en marcha seis círculos de dar que representaban la diversidad de la comunidad de San Cristóbal: cuatro compuestos por personas que vivían en Los Altos de Chiapas —residentes nacionales de San Cristóbal, residentes de dicha ciudad provenientes de diferentes partes del mundo y personas tseltales y tsotsiles—, el quinto por personas de diferentes estados del país, y uno más de individuos en el extranjero con vínculos a la región. Después de experimentar inicialmente con los seis círculos, con la intención de establecer contactos con distintas partes de la comunidad, Amigos de San Cristóbal decidió reorientar el programa en torno a sólo dos grandes círculos de dar, que priorizaban la ubicación de las personas como motivo de composición, y no tanto otros criterios. Uno de los círculos convoca a personas de pueblos originarios, mientras que el otro reúne a residentes y a empresas locales “que buscan cuestionar sus propios privilegios”. Por ahora, para no debilitar a la fundación con exceso de actividades, el interés principal es lograr la participación de quienes viven en Los Altos de Chiapas y no fuera de dicha región.
Asimismo, Amigos de San Cristóbal se adapta como organización para asegurarse de contar con la estructura apropiada para desempeñar su nueva función en la comunidad. La iniciativa de filantropía comunitaria de 2020 fue testigo de cómo la organización implementó por sí misma un programa de trabajo por primera vez, esfuerzo que demandó una transformación de mentalidad del personal y del consejo directivo. Sin dejar de canalizar fondos externos a la región, con el lanzamiento de los círculos de dar en particular, Amigos de San Cristóbal tuvo que forjar distintos tipos de relaciones con las personas que viven en Los Altos de Chiapas y a la vez cuestionar cómo se ve y se percibe en realidad un programa dirigido por la comunidad. Por otra parte, varios actores locales, acostumbrados a beneficiarse de estilos de trabajo más basados en enfoques caritativos y en el amplio contexto del estado de bienestar, necesitaron tiempo para entender el cambio de enfoque y, sobre todo, para reconocer la fuerza y el poder de sus propios recursos. Prácticamente, Amigos de San Cristóbal tuvo también que adoptar nuevos procesos administrativos a medida que su papel evolucionaba y los recursos locales se empezaban a canalizar a través de la fundación. Ejemplo de ello fue la necesidad de entender y aplicar procedimientos para la emisión de recibos deducibles de impuestos.
Un cantar compartido por muchas organizaciones es que el COVID-19 trajo una serie inesperada de desafíos y Amigos de San Cristóbal no fue la excepción. La pandemia irrumpió justo cuando la organización se encontraba en el proceso de poner en marcha el programa de filantropía comunitaria. La delicada labor de establecer confianza y relaciones se volvió todavía más compleja y se tuvo que abordar de manera diferente cuando las reuniones iniciales de los círculos de dar debieron realizarse de forma remota.
El camino por delante: Todo individuo es filántropo
Si bien no ha concluido la tarea de redefinirse y de cómo interactuar con las comunidades, Amigos de San Cristóbal cree que bien lo valen sus esfuerzos por cambiar las nociones tradicionales de filantropía en Los Altos de Chiapas. La fundación confía en que —al trabajar conjuntamente con personas comprometidas, involucradas y dedicadas— está creando una base sólida sobre la cual se puede lograr un cambio social en dicha región. Las personas que participan en los círculos de dar se perciben también de manera diferente: ya no más como beneficiarias pasivas de la caridad, sino como agentes locales de cambio por derecho propio.
Al pensar en su futuro, Amigos de San Cristóbal espera que todavía más habitantes de Los Altos de Chiapas consideren a la fundación como un espacio que canaliza esfuerzos filantrópicos: un socio transparente, incluyente y eficaz, comprometido con la dignificación de la vida de quienes sufren injusticias. Asimismo, espera seguir colaborando con individuos y agrupaciones que ya han logrado realizar ese cambio y se ven a sí mismos como dadores y como parte de la familia de Amigos de San Cristóbal. Sin embargo, la fundación no olvida su compromiso de ampliar esa familia de personas “filantrópicas”. Los comentarios de integrantes de los círculos de dar mencionan lo gratificante y satisfactorio que les resulta la participación en ellos. Amigos de San Cristóbal considera que su nuevo papel consiste en esparcir esa “luz” a otras personas.